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sábado, 12 de noviembre de 2011

Tus letras me saben a café

Quizá si a pequeños sorbos te bebo

Será como tomar un delicioso café

Sí, Me gusta el café

Tus letras me saben a café

Con ese aroma fuerte y exquisito

Que me llena los sentidos.

Con la temperatura exacta

Para calentarme el alma

Y la dulzura necesaria para vivir.

Quizá si mis labios te tocan

Te deslizarás poco a poco en mi

Sí. Me gusta el café

Tus letras me saben a café

Tu poesía humeante me envuelve

Y me quita el sueño a la vez

mientras corre por mi cuerpo

incitándome a probar tu sabor

Quizá una tarde cualquiera

Me invites un café

Sí. Me gusta el café

Tus letras me saben a café

¿Será que tu boca también?

viernes, 4 de noviembre de 2011

Tarea pendiente

Una mirada bastó para decirse cuánto deseaban ese momento, habían pasado horas, días, meses que sin darse cuenta poco a poco se fueron convirtiendo en gotas que hoy se derramaban por cada poro. Sin embargo fue lento. Deliciosamente lento y perturbador, como cada palabra, como cada escrito… como tanta espera.

-Tienes una tarea pendiente –dijo él acercándose peligrosamente a ella

Ella temblaba un poco de nervios, un poco de frío, en realidad el salón de clases era bastante frío. No obstante, aquel encuentro no podía tener mejor escenario, finalmente, había sido ahí donde infinidad de veces su mente había volado hasta rozarlo un poco. “Alas de mis sueños” era como lo llamaba con esa extraña emoción que despertó en ella hacía mucho tiempo. Y hoy, esas alas estaban a punto de rodear su cintura, el temblor no era para menos, aunque a decir verdad, él también temblaba. Sólo pasaron unos minutos para que ambos descubrieran que aquel temblor se llamaba deseo.

-Nunca la olvide .dijo ella sonriendo sin dejar de mirarlo -Esa tarea me ha quitado el sueño algunas noches

Sin dejar de mirarla con esos ojos hermosos y profundos, se acercó cada vez más, hasta que su respiración estremeció unos segundos el cuerpo de ella. Con una mano la abrazó por la cintura, mientras que la otra comenzó a recorrer muy despacio su cabello, sonrió y hundió su cara en él para respirar profundamente su perfume. Fue entonces cuando ella cerró los ojos y buscó sus labios.

En ese preciso momento el universo entero desapareció para dejarlos solos en aquel sueño, parecía que todo giraba, la música que no había tocaba sólo para ellos, mientras sus bocas se reconocían, pagándose tantos y tantos besos dados a la sombra de la fantasía. Si, ya se conocían, ya se buscaban, ya se necesitaban y a la distancia ya se habían besado. Sólo que hoy era real, tan intensa y exquisitamente real que la tibieza de sus cuerpos traspasaba las ropas mientras la ansiedad hurgaba desesperada con su lengua buscando esa miel tantas veces imaginada.

Sus manos enredadas en el cabello de ella apretaban en la medida perfecta para hacer que las bocas se fundieran con la dulce fuerza de aquellos besos que se parecían cada vez más a la locura.

Cuando ella separo sus labios para acercarse a su oído y susurrar –hazme el amor- él sintió un cosquilleo recorrer con la velocidad de la luz todo su cuerpo.

No era necesario decir más nada, antes de que ella lo pidiera, su piel ya lo había acordado con la de él, ya sus manos hablaban y sus piernas se entrelazaban embonando con exactitud cada curva al mismo tiempo que la ropa caía desnudando mucho más que dos cuerpos.

Ël se perdió en su cuello dejando sus manos libres para explorar aquel sinuoso camino que ya las esperaba. Sintió esa piel suave y tibia deslizarse entre sus dedos mientras otras manos lo atrapaban en un mar de sensaciones que entre caricias y besos lo transportaban al universo. Libros y cuadernos cayeron al piso despejando el escritorio que serviría para la más delirante experiencia de sus vidas. La tomo por la cintura y sin dejar de besar su cuello la subió al tiempo que abría sus piernas y una de sus manos se infiltraba en medio, ella estaba inundada de placer, quería más, pedía más sin dejar de besar sus hombros fuertes, apretando con firmeza sus manos en aquella espalda que tanto había anhelado abrazar.

Los besos no cesaban, las caricias tropezaban unas con otras y fluían al mismo tiempo como un torrente maravilloso de emociones. La temperatura cada vez más elevada, sus cuerpos sudaban, sus bocas hervían buscándose y recorriendo tramo a tramo cada rincón del otro, él se perdió entre sus piernas, ella voló para después invitarlo a flotar con las misma sensación cuando lo puso en su lugar para deleitarse con el sabor de su sexo, con la delicia de su gozo.

Con toda la carga del deseo en el alma, la colocó contra el pizarrón brazos arriba y así, de pie con las piernas entre abiertas, se dedicó a recorrer con su lengua cuello, espalda, cintura, caderas y más. Ella estaba ya en un punto en el que lo único que necesitaba era sentirlo dentro, saberse suya, probarse nueva, fundirse con él. Entonces la giro, con suavidad la recostó en el escritorio, siguió besándola, ella acomodo las piernas sobre sus hombros y …

En ese momento el ruido de un cuaderno al caer la despertó, el cansancio la había vencido y la sumió en un sueño del cual no habría querido despertar nunca, pero ahí estaba de nuevo la realidad, así que suspiró y continuó calificando...