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lunes, 19 de octubre de 2009

Mi placer y mi tortura




Siento la frescura de la brisa tocando suavemente mi piel canela, a lo lejos Why Life hace las veces de fondo para este cuadro de silente sensualidad.
La noche me seduce. Impensable tratar de evitarlo, su belleza oscura me acaricia cuando se funde con mi perfume. Cerrar los ojos se vuelve un acto automático mientras el humo de un cigarrillo eterniza una deliciosa sensación que no alcanza etiqueta alguna. Sólo siento...
Mis poros transpiran una embriaguez cargada de placer al rendirme a ese suave roce de los dedos que inician su trazo en la frente, delinean mi naríz y se detienen unos segundos en esos labios entreabiertos, recorren su tibia carnosidad y siguen extasiados el camino que lleva a mis pechos. Tiemblo...
El viento eriza cada milímetro de piel, mis dedos no pueden detenerse, no desean hacerlo y continúan trazando curvas en el terciopelo del cuerpo semidesnudo que ahora es víctima de mi misma. Me disfruto...
Mi vientre experimenta oleadas deliciosas de calor que motivan a seguir explorando. Saboreo ese deslizar por mis piernas que se vuelven cómplices de la danza del pecado cuando el paseo se detiene en el templo del placer. Vuelo...
Mi cuerpo baila con la noche y el frío bañando deliciosamente cada instante nubla el pensamiento, la razón se rinde a los sentidos sublimando la oscuridad de un cielo que se deleita con la sutíl imagen del goce. Escalo las nubes...
Frío, calor, movimiento, textura, música, aroma. Un todo disuelto con la luna que ilumina el momento de vaciarme en cuerpo y alma a manos de mi placer... Suspiro.

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Ojos mirando